Debo confesar que siempre me han encantado las leyendas mitológicas, así llegué a interesarme por la historia de Xixili, una lamia (genio mitológico) marina en forma de sirena que vivía en aguas del Cantábrico en la zona de Urdaibai. A diferencia de otras sirenas, ella no acababa con la vida del marinero que salvó su vida… se transformó en mujer para poder vivir con el hombre del que se había enamorado.

Como siempre suelo hacer, imaginé una adaptación fotográfica para recrear esta historia. Me imaginé dónde realizar las escenas que tenía en la cabeza. Tenía claro que debían de ser dos partes diferenciadas: el mar y la tierra. Quería reforzar esta diferencia con un recurso pictórico: el uso de tonalidades dominantes , el mar con tonos fríos, y la tierra con cálidos.

Lo primero que hice fue documentarme, conocer la leyenda de Xixili. Con los datos que recopilé, fui ideando un guión y unas escenas que plasmé en mi cuaderno de historias (un libreto donde hago un storyboard completo de cada escena que quiero fotografiar).

El siguiente paso fue ponerme en contacto con mis colaboradores habituales y esenciales para realizar la caracterización de la sirena: los alumnos de la Escuela de Caracterización San Jorge de Santurtzi. Les trasladé mi idea y se pusieron manos a la obra. Después, elegir a los modelos que representarían los papeles de la historia. Siempre estoy liando a gente en mis proyectos, les cuento mi sueño e intento que lo hagan suyo también… es fundamental que el proyecto tome forma entre todos, todos somos igual de importantes para conseguir el resultado final. Antes del día que elegimos, les cuento a todo el equipo la historia completa, escena a escena, foto a foto. En esta historia en concreto, estuvimos involucradas 12 personas.

Después vienen los detalles… conseguir los objetos que son importantes para las escenas, la luz (siempre natural), hacer cuadrar la marea con la hora de la sesión, mirar las previsiones del tiempo, preparar los escenarios para que todo cuadre según lo había imaginado, el maquillaje, la cola, el peinado, el vestuario… y torear los imprevistos.

Empezamos temprano a la mañana con el maquillaje (unas tres horas), corriendo a la playa para que no subiera la marea y pudiéramos hacer las escenas de la primera parte, hacía frío y tuvimos que calentar a la pobre modelo con mantas térmicas… todo salió bien.

Luego nos fuimos al segundo escenario, había que decorarlo tal y como lo veía…sin problemas. Después de 7 horas, ya tenía todo lo que sería la historia de Xixili que podéis ver. En casa, viene la otra fase fundamental, la edición y preparación de textos. Normalmente hago un montaje audiovisual de este tipo de sesiones donde la música es parte fundamental…la música es mi otra pasión.

No sé cómo he llegado a este tipo de fotografía, pero ya no puedo abandonarlo… siempre pensando en el siguiente paso… siempre soñando… siempre intentando transmitir y crear.

Aitor Arana Arruti

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