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Reflexiones Arco Madrid 2018. Tampoco es tan sorprendente…

Cuando a Caravaggio, a principios del siglo XVII la Iglesia le encarga un «San Mateo», el maestro italiano, que tenía un hueco entre peleas y asesinatos, reflexionó sobre como representarlo. Decidió humanizar al santo tanto que le representó analfabeto y torpe con un ángel que le tiene que llevar la mano para ayudarle a escribir mientras el santo apenas se las apaña para sujetar el cuaderno sobre sus piernas.

La imagen profundamente emotiva quizá nos muestra la debilidad de lo mundano frente a la superioridad celestial. Pero la iglesia no estaba para sensiblerías y ordenaron a Caravaggio que repitiera el cuadro, mostrando a un San Mateo erudito y culto con apariencia académica, pupitre incluido, que escribe al dictado del ángel.

El primer cuadro desapareció mucho tiempo después durante los bombardeos sobre Berlín en la segunda guerra mundial. Precisamente, es en la segunda Guerra mundial donde tenemos otra forma de reprobar el Arte. El régimen nazi que sí tenía muy claro que el Arte podía ser utilizado tanto en su contra como a favor, llegó a elaborar una lista de obras y autores que deberían ser rechazados por el bien de la supremacía alemana, a esa lista la llamo «Arte Degenerado«.

Retirada de Obras

En una época en la que el mundo del Arte estaba en permanente estado de redefinición, Hitler y Goebbels intentaron limitar esas definiciones en una sola, elaborando una lista de artistas, obras y movimientos artísticos que no eran representativos de las ideas nazis. Retiraron de los museos más de 20.000 obras y desprestigiaron e incluso persiguieron a unos 1400 artistas entre los que se encontraban nombres tan reconocibles actualmente como Kandinsky, Kirchner, Munch, Nolde, Klee, Chagall… Movimientos artísticos tales como el expresionismo, el cubismo, el fauvismo fueron rechazados y en ocasiones sus obras desaparecieron. Sin embargo muchas de esas obras tan «peligrosas» para una nueva sociedad realmente no fueron destruidas. En 2017 aparecieron 1406 obras amontonadas en la casa del anciano Cornelius Gurlitt valoradas en más de 1000 millones de euros. Parece ser que estas piezas tan insultantes para el sistema nacional socialista sí sirvieron para  que algunos nazis financiaran su jubilación.

No sorprende que los regímenes autoritarios busquen el control del Arte en su propio beneficio y, en ocasiones, el sentido artístico sea lo de menos mientras la obras no tenga alusiones contrarias a las ideas representadas por los dictadores.

Uno de los movimientos más importantes en el arte del siglo XX fue el expresionismo abstracto, donde figuras como Jackson Pollock, Mark Rothko o Robert Motherwell convirtieron este movimiento en la tendencia más vanguardista de mediados del siglo XX. En el intento de modernización de la España franquista hubo algunos esfuerzos por organizar exposiciones de movimientos artísticos actuales en su momento.

La escuela de Nueva York

Una de estas exposiciones fue una revisión del expresionismo abstracto norteamericano, entre estos artistas se encontraba Motherwell como uno de los máximos exponentes de este movimiento abstracto y fundador de lo que se llamó la escuela de Nueva York. Motherwell vino representado por una pieza de gran formato, unos óvalos negros sobre fondo amarillo, en principio no dejaba ser un cuadro abstracto sin embargo la pieza tenía una peculiaridad que hizo que la censura española decidiera rechazarla salvo que el autor hiciera un pequeño cambio: modificar título de la obra  «Elegía a la República española». Motherwell no aceptó la sugerencia y aunque su obra no llegó a exponerse, el artista la convirtió en una serie de más 150 piezas sobre el mismo tema.

Pero este tipo de acontecimientos no son tan sorprendentes en sistemas autoritarios del pasado o quizá no.

Ya en Arco

En el año 2012 el artista Eugenio Merino presentó en la galería ADN la pieza «Always Franco» en la que el dictador aparecía congelado dentro de una nevera de refrescos. Aquella pieza fue polémica y contaba ya varios precedentes del mismo autor en ediciones anteriores. Años atrás nos presentó a un Fidel Castro zombi o nos mostró un «tótem» de las religiones en las que tres creyentes, un musulmán, un judío y un cura rezaban uno sobre otro. Estas obras aparecieron en diferentes ediciones de ARCO, fueron comentadas, crearon debate, controversia, mucha polémica e incluso alguna demanda.

Hasta ahí nada especial, todo más o menos dentro de la lógica del mundo del Arte Contemporáneo donde la  controversia es parte del resultado de la representación artística y donde los artistas procuran que sus obras den pie a la reflexión y al replanteamiento de los valores y las acciones de la época en la que les ha tocado vivir. Algunos serán más sutiles, otros más rudos, otros más agresivos, otros más estéticos y muchos serán arriesgados en sus planteamientos.

Año 2018

Sin embargo, este año 2018 en la trigésimo séptima edición de la feria Arco Madrid todo ha ido un poco más allá. No hacía falta ser un experto para saber que  la pieza de Santiago Sierra (Madrid, 1966), «Presos políticos» iba a ser controvertida. Para los que asistimos al montaje de la Feria el martes previo a la apertura de las jornadas dedicadas a profesionales, sabíamos que nos encontrábamos ante una pieza que iba a ser origen de todo tipo de comentarios dada la actualidad política de nuestro país, pero lo que no podíamos imaginar es que la reacción institucional iba a ser parte de la pieza de Santiago Sierra como si éste hubiera diseñado una performance más que una obra fotográfica.

Reflexionando

Para los que estamos al tanto del mercado del  Arte Contemporáneo, de la obra de Santiago Sierra, no son desconocidas, sus múltiples performances, vídeos, fotografías e intervenciones. Siempre han girado en torno a la denuncia social y  la crítica a las consecuencias que generan los sistemas políticos actuales.

Toda su obra va acompañada de polémica, debate, discusión. Obras como la que representó a España en la Bienal de Venecia de 2003, a la que solo se podía acceder si tenías el dni español, o la renuncia al Premio Nacional de Artes Plásticas (importe incluido) en 2010 por considerar que un artista no puede perder su libertad a cambio de dinero institucional, o performances en las que contrata a prostitutas y emigrantes para sus acciones a cambio de dinero u otras sustancias, en fin, la lista de acciones en torno a la reflexión sobre la exclusión de las personas a través de los sistemas de poder es constante y totalmente reconocible. Por lo que resulta curioso como los responsables de Ifema se escandalizaron tanto de su última obra presentada en Arco «Presos Políticos» hasta al punto de censurar dicha pieza. Acto que no tiene precedentes en los 37 años de Arco.

Fotografía de la obra de Santiago Sierra polémica en Arco Madrid 2018

Reacciones

La reacción tanto del resto de galerías como de la inmensa mayoría de los artistas nos ha servido para medir hasta qué punto estamos condicionados por la importancia del mercado. Si uno de los objetivos del Arte es reflejar el comportamiento de cada sociedad, todo este acontecimiento nos indica de forma explícita en qué momento nos encontramos, donde nuestros valores fundamentales pueden ser interpretados de forma flexible evitando así otro tipo de problemas más prosaicos.

Además, curiosamente coincide con varias acciones por parte de las instituciones que pueden denotar cierto temor por los efectos de la libertad de expresión. Quizá sea casualidad pero esperemos que la nevera de Eugenio Merino no esté averiada y Franco no esté en proceso de descongelación. Tampoco es tan sorprendente.

19 de abril de 2018

Autor: Sergio Delgado

 

 

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