“Piz”

Según su madre: “Si te dedicas al ejército serás general, si te dedicas a la religión serás Papa…” (me dediqué al Arte y fui Picasso).

Pablo Ruiz Picasso tenía una mirada profunda, curiosamente las máscaras africanas que originaron el cubismo eran huecas, sin ojos, huecos oscuros, negros, profundos donde la ausencia de vida (la muerte que no quería nombrar Pablo) se refleja. Modigliani lo sabía y lo utilizó en sus obras. ¿Qué mejor forma de desnaturalizar una imagen si no es quitándole la vida?

Los ojos de Picasso estaban llenos de vida, sus pupilas negras se afilaban cada vez que se concentraba en el dibujo como si atravesara el papel, eso es, como si lo traspasara, como si las ideas de su mente utilizaran un arma para asesinar el papel, como si la intención fuera despedazar a la Belleza Clásica. Atravesarla, o como a él le hubiera gustado, darle una estocada, sí, una estocada en todo lo alto.
La tauromaquia siempre presente, los ojos abiertos del matador en el lance final de la faena, los ojos desorbitados del toro en el sufrimiento del lápiz que atraviesa el papel como el minotauro atraviesa a una joven indefensa.
La brutalidad de la ejecución sin límites, devorándolo todo y reconstruyéndolo de nuevo para generar, quizá, otra vida, otra existencia, otro punto de vista, o mejor, múltiples puntos de vista. Con la mirada poliédrica de un espejo hecho añicos, reteniendo múltiples miradas, múltiples instantes de tiempo y de espacio.

Quizá el cubismo habla del hombre social, de la masa informe que genera millones de puntos de vista para dar un solo objeto final que lo resume todo, que lo simplifica en una sola obra.

La mirada de Picasso, intensa, profunda, hipnotizante, quiso luchar contra el tiempo, quiso mantenerse firme, trabajó hasta el final, compensando sus carencias físicas con su poder ejecutor. Quiso dar vida hasta el final a costa de destruir todo lo que había a su alrededor.
El círculo cada vez era más pequeño, más angosto, más cerrado, por un momento cerró los ojos, ¿Qué ocurrió Pablo? ¿Por qué buscar atrás? A tus maestros clásicos, a tu padre, a tus mujeres. Cerrar los ojos y recordar a tu madre mientras escuchaba tus primeras palabras: “Piz” (lápiz).

Sergio Delgado

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