La pregunta…

Sólo a mí se me podría ocurrir preguntar al taiwanés Tehching Hsieh sobre la viabilidad de la forma artística en la España actual. Me confesó que era tan pobre y patético el panorama que se avistaba, que había pocas soluciones, y además que todas ellas conducían a una catarsis imprescindible y de tintes inconfesables.

 

Tehching Hsieh

Tehching Hsieh

 

Proceso…

Lo primero era pasarse, como así hice, un año entero encerrado en una jaula sin comunicación con el exterior y sin hacer absolutamente nada. La verdad es que tanta concentración no me dejó pensar, y para evitarlo, en la siguiente prueba y una vez afeitada la cabeza, comencé a golpear un reloj cada vez que diese la hora durante las veinticuatro horas del día a lo largo de un año.

Todo fue inútil porque la visión no me llegó y el estómago no pudo con tanta depuración y deconstrucción –que me perdone Derrida-, por lo que pasé otro año a la intemperie en Madrid y sin entrar en ningún edificio. Casi me muero de una pulmonía y de otras enfermedades, pero a pesar de eso no pude saltar a un más allá desconocido y ebrio de epifanías.

Desesperado, convencí a una sirena de alma de gaviota  -no piensen mal-  a que pasase conmigo todo un año atados con una cuerda que al mismo tiempo tenía la función de prevenir que nos tocásemos. Otro fracaso y una nueva desesperación que me impulsaban a un ejercicio onanista de metamorfosis forzosa, lo que me determinó a mi última osadía: la de estar el transcurso de un año sin ningún contacto con el mundo del arte.

Conclusión…

Transcurrido este definitivo período, renuncié a inquirir y plantear infructuosamente las cuestiones sobre el arte y su posición ante las devastaciones hipotecarias, los políticos meando en sus escaños para mejorar la calidad del producto nacional, los parados en la cola del sereno, etc. No había nada que hacer ante esa nada que era la palabra clave del país y su nuevo himno nacional. No obstante, nos quedan porcentajes, deudas, escombros, ruinas, mendigos, corruptos e ideólogos que serán los siguientes artífices de una era del clamor estético y metonímico urbi et orbi (augurios franciscanos).

 

 

 

Gregorio Vigil-Escalera

De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)

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