¿Cuántas mujeres artistas conoces?  

 

Ésta es una pregunta que cobra cada vez más importancia en la sociedad actual. Desde los colectivos feministas, las redes sociales, el ámbito académico y -afortunadamente- algunas instituciones del mundo de la cultura, se está empezando a reflexionar acerca de la marcada ausencia de nombres femeninos en las páginas de la historia del arte, y en los museos.

 

¿Dónde están las mujeres artistas?

 

Ésta no es una pregunta nueva, sino algo que autoras como Linda Nochlin[1] se venían cuestionando ya desde los años ’70. ¿Es que no existían? ¿Es que no sabían hacer arte? La respuesta, en este caso, encierra varias problemáticas:

Por un lado, la dedicación a las artes menores y al trabajo colectivo: las mujeres siempre han hecho arte pero sus trabajos (textiles, cerámica…) no se suelen contemplar como tal. Además, muchas veces se trata de obras creadas en grupo: colectivos de mujeres sumergidas en el anonimato, que no buscaban – ni les era otorgado- reconocimiento como artistas o autoridad sobre su labor.

 

Fragmento del Tapiz de Bayeux (Escena 19: El asedio de Dinan), que la leyenda atribuye a la reina Matilde de Flandes (c. 1031-1083) y sus sirvientas. Musée de la Tapisserie de Bayeux, Bayeux, Normandía.

Fragmento del Tapiz de Bayeux (Escena 19: El asedio de Dinan), que la leyenda atribuye a la reina Matilde de Flandes (c. 1031-1083) y sus sirvientas. Museo del Tapiz de Bayeux, Bayeux, Normandía.

 

Por otro lado, la existencia de múltiples trabas sociales para que una mujer pudiera acceder a este tipo de trabajos, entrar en el gremio y ejercer como artista.

Las artistas geniales

Pero, a pesar de todo, sí hubo mujeres que lograron traspasar estas barreras. Brillantemente, además. Conocemos algunos nombres. Pero -demasiadas veces- su memoria ha quedado relegada al olvido. Y sus logros, traspasados a artistas varones. Como en el caso de Sofonisba Anguissola y su retrato de Felipe II –cuya autoría se atribuyó a Juan Pantoja de la Cruz (primero)  y a Alonso Sánchez Coello (después). En este caso, ya se han hecho las aclaraciones pertinentes…

Retrato de Felipe II. Sofonisba Anguissola. Museo del Prado, Madrid.

Retrato de Felipe II. Sofonisba Anguissola. Museo del Prado, Madrid.

Sin embargo, todavía se puede afirmar que la mayor parte de las colecciones de los museos están eminentemente masculinizadas. Y los manuales de historia del arte, también. No en vano, en 1989, el grupo de artistas-feministas-activistas llamado “Guerilla Girls” publicaba su famoso cartel «¿Tienen que estar las mujeres desnudas para entrar en el Museo Metropolitano?» en el que exponía porcentajes vergonzosos al lado de esta provocadora pregunta.

Desgraciadamente, performances como «Queridas viejas. Editando a Gombrich» -durante la cual la artista María Gimeno abre, con un cuchillo, el canónico libro para introducir las páginas de las mujeres artistas– sigue teniendo sentido hoy en día.

El viento del cambio

 

Pero parece que las cosas están cambiando y que este mensaje está empezando a calar. En los últimos años hemos asistido a múltiples exposiciones que trabajan el tema de las mujeres en el arte. Una de ellas expuesta recientemente en el Museo del Prado  que proponía un diálogo entre dos geniales pintoras de la segunda mitad del siglo XVI: Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana.

 

Autorretrato tocando la espineta. Lavinia Fontana (1577) Accademia Nazionale di San Luca, Roma.

Autorretrato tocando la espineta. Lavinia Fontana (1577) Accademia Nazionale di San Luca, Roma.

 

Una exposición que ha servido tanto para celebrar su memoria, como para revalorizar la obra de algunas otras mujeres artistas que esta pinacoteca tiene en su colección -como Artemisia Gentileschi, Clara Peeters …

Y el Prado no es la única institución desde la cual se incide en estas cuestiones. Entidades como el MACBA o el Reina Sofía, realizan sus propias propuestas

Quizás no sea suficiente para reparar los siglos de olvido, pero es un comienzo… Y una esperanza renovada en que –aportando nuestro pequeño granito de arena- podemos ayudar a transformar el paisaje cultural. Y conseguir un mundo del arte capaz de escuchar la voz de las mujeres

 

Autorretrato de Artemisia Gentileschi como alegoría de la pintura. (1638-39).

Autorretrato de Artemisia Gentileschi como alegoría de la pintura. (1638-39). Royal Collection, Windsor.

 

[1] Nochlin, L. (1971) “Why Have There Been No Great Women Artists?” en Woman in Sexist Society: Studies in Power and Powerlessness, eds. Gornick, V. y Morán, B., Nueva York: Basic.

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