Y nos contabas…
A los 7 años comencé a tallar figuritas, con una navaja ,y más adelante una vez estuve en un taller de cerámica y comencé a hacer cosas con barro, eso estando en Perú, después del colegio estuve haciendo un año de arquitectura en la Universidad Católica del Lima. Al poco tiempo viene a España, a Madrid. En Madrid me inscribí para seguir la carrera de Arquitectura pero me fue muy difícil arreglar los papeles y al tener que esperar un año comencé a estudiar en la escuela de «Cerámica de Madrid» por libre, poco a poco seguí estudiando modelado y dibujo durante 3 años, en ese tiempo mi maestro de modelado me invitó a trabajar la piedra en su taller, estuve unos tres cuatro años tallando piedra con Manolo Álvarez, el me llevó  a conocer la «Fundición Capa», y allí con el tiempo hice varios bronces. En 1979 realicé mi primera exposición en el diario El Pueblo y poco a poco comencé a desarrollar un estilo autodidacta de escultura.
En una ocasión… mi padre Kiko Ledgard, que tenía muchas relaciones de trabajo, fue a ver a una persona, pasó por un taller de imaginería en ese taller estaba el señor Augusto Ortega Bru, Augusto me invitó a trabajar con ellos, para descubrir el tallado en madera. En este taller estuve como tres o cuatro años, en 1982 viaje a Barcelona y monté mi primera exposición en Barcelona en la galería Art Mark, paralelo a todo esto que estoy contando, practiqué  artes marciales,  lo cual creo ha influido un poco en el arte que hago. Durante mucho tiempo trabaje la técnica del yin yang, trabajando los volúmenes para dar forma al vacío, pero ahora me decanto mas por la creación libre usando la inspiración que me da el espíritu de la Fe Bahai.
(Roy Ledgard Marrou- 23 de mayo de 1951 en Lima Perú, 14 de junio del 2022)
Roy Ledgard Marrou

Roy nos ha dejado…, pero nos queda su bondad, su arte, su peculiaridad…, nos ha mostrado su fe, su tolerancia y respeto. A Roy no le gustaba el protagonismo, iba por la vida discretamente, trabajando, creando, orando… Roy nos ha dejado una visión distinta del mundo, una visión más amplia.
En su obra se refleja todo esto, volúmenes y vaciados. El Yin y el Yan en continuo vínculo. La obra de Roy es espiritualidad y de ella seguiremos participando y deleitándonos junto al magnifico recuerdo de su persona.
Roy Ledgard, para nosotros fue un cambio en nuestro hacer, fue el primer escultor con el que comenzamos nuestra andadura offline.
Con Roy compartimos mesa, cenamos, comimos, tuvimos interesantes y profundas conversaciones, conocimos la fe Bahaí, de la que nos compartía pinceladas cada vez que nos veíamos, o hablábamos.
Compartimos momentos como la restauración de algunas piezas, estuvimos toda una tarde en esta preciosa labor, mientras que elaboramos la lista de invitados que asistían. Así preparamos la segunda exposición física, en la primera se presentó en una furgoneta acompañado de Farimah y una de sus hijas, Sakura, con nada más y nada menos que con 30 obras.
Sin apenas conocernos, ya compartimos nuestra primera mesa. Hacía años que no pisaba Madrid con su arte y lo hizo de nuestra mano confiando plenamente en nosotros. Roy ha estado presente en nuestra galería y en el espacio expositivo que también gestionamos en el Hotel Palacio del Retiro, como obra prácticamente permanente.
Labor que desempeñamos con una emotividad muy especial. La obra de Roy tenía alma! Y damos fe de que esa alma, sigue en sus obras.
Siempre en nuestro recuerdo y corazón.
Buen viaje !
Gema Abad

DECLARACIÓN DEL ARTISTA

Autor: Roy Ledgard

En la época en que era estudiante tenía muchas ideas sobre el arte y el artista, las ideas típicas, (gente muy exclusiva, un mundo que se salía de éste, cosas que se escapaban a nuestra comprensión). Pero poco a poco mi idea fue cambiando, y comprendí que sólo era una forma alternativa de ver la misma realidad, y un medio diferente de expresarla, complementario al lenguaje convencional, y a las ciencias y teorías que describen el mundo.
A través del arte se pueden expresar cosas, que de otra forma sería muy difícil o quizás imposible hacerlo, cuántas veces hemos oído la frase «más vale una imagen que mil palabras»; o también desarrollar concepciones abstractas íntimamente ligadas a la esencia humana, a través de la cual comunican las almas sus más íntimos descubrimientos.

Por lo tanto, no voy a tratar de expresar el contenido de la obra que presento con palabras, la conversación entre la obra y la humanidad ha de ser libre, sin la interferencia de explicaciones que desvirtúen los conceptos y oscurezcan la visión. Ahora bien, toda la obra ha sido creada en una contexto, y de una forma u otra está expresando el fruto de un conocimiento, nos explica un devenir en este mundo y nos cuenta una historia personal, única, y particular de alguien que interactúa con las mismas cosas entre las cuales vivimos cotidianamente.
Mi intención al escribir estas palabras es precisamente hablar de estas cosas, del contexto en el que se han desarrollado, mi visión de la búsqueda, el anhelo por encontrar los fundamentos que subyacen en el mundo que nos rodea, descubrir nuevos horizontes que por lo normal están ocultos a nuestra vida rutinaria.
Pienso que el artista, de alguna forma debe percibir y plasmar aquellas cosas que están en un mundo invisible y de aunque su presencia ya es perceptible, no han tomado forma tangible en el mundo que nos rodea. El juicio que tengo del arte actual es que es muy narcisista, por lo general está hecho al gusto del consumidor, otras veces es el reflejo de lo que a nosotros nos gustaría ser, o magnificando el virtuosismo (nosotros podemos llegar a esto), o el arte de choque con el propósito de impactar, en que el contenido es incomprensible, casi siempre porque no hay nada que comprender. Pero en general fácil de digerir, y sin implicaciones trascendentes (todo esto salvo excepciones).
Por lo general cuando hablo de arte con otros artistas me hablan de la «teoría del color», del equilibrio, contrastes, etc.; o si no, de un montón de imaginaciones sin fundamento, o anacrónicas con el mundo contingente (las siete esferas del cielo, o las dramáticas historias de un mundo melancólico en el siglo XVIII, o algo sobre los faraones), lo cual puede hacer bonito, pero no nos da una visión de futuro…

Otra manera de verlo…

Lo que yo quisiera plantear es una visión de cómo desplegar el conocimiento del mundo nuevo que se está desenvolviendo ante nosotros, un mundo mil veces más grande que el que se conocía hasta este momento, un mundo que se está regenerando y renovando a cada instante, un mundo de una riqueza inexplorada que se prestaría a muchas expresiones artísticas y otros tantos descubrimientos científicos, un mundo que se erige sobre unos cimientos diferentes a los que hasta ahora se conocían. Lo que digo puede parecer anacrónico, ante la avalancha de nuevos medios, inventos y perspectivas que se descubren cada día, pero yo quiero apuntar en una dirección un tanto novedosa, a saber: actualmente casi todos los descubrimientos están basados en las leyes científicas, unas leyes que se han perfeccionado y multiplicado en los últimos 150 años, hasta haber dejado desfasadas todas las antiguas concepciones, y haciéndonos creer que el mundo sólo es un gigantesco mecanismo, y aunque siempre está cambiando, parece que nada vaya a cambiar.

Nadie puede negar que ese mundo está regido por unas leyes físicas como la de la gravedad, causa y efecto, desintegración, fusión atómica, campos magnéticos, etc.; en las cuales nosotros podemos creer o no creer, pero creyendo o no creyendo, si alguien se tira de un décimo piso, lo normal es que se quede malito, porque le sentó mal la ley de la gravedad, lo mismo podría decirse de otros muchas leyes físicas, existen, y uno debe vivir de acuerdo con ellas; más aún, los científicos las usan, y las buscan, para desarrollar sus ciencias y tecnologías, y gran parte de lo que conocemos es el resultado de esto. A lo que voy,  es que el mundo espiritual, también tiene sus leyes, leyes que creamos o no en ellas, igualmente nos afectan, solo que las causas y efectos no son tan evidentes como las leyes físicas, porque quizás no estemos familiarizados con ellas; pero que también nos describen una realidad, y a través de las cuales se pueden hacer nuevos descubrimientos en todos los ámbitos del conocimiento. Un ejemplo de ello es la veracidad, la justicia, la búsqueda del conocimiento, todas las cuales son virtudes que nacen de lo espiritual, y no pertenecen al reino animal, si esas virtudes surgieran de conveniencias económicas, políticas, científicas, o cualquier otra cosa que no sea la comprensión espiritual verdadera, derivaría a capricho de esas conveniencias.

Extracto de la declaración de artista con la que Roy Ledgard Marrou presentó su obra.

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