Escribir como Vincent Van Gogh no debe ser fácil. Quizá haya que ponerse en su piel. Eso lo complica todo. ¿Qué cosas le afectaron? Fundamentalmente su umbral tan bajo ante la frustración, su fragilidad ante sus desengaños amorosos o sus fracasos profesionales. Quizá su excesivo ímpetu provocaba una caída desesperada, exagerada. El velocista que en mitad de su carrera es parado en seco, es incapaz de frenar sin lesionarse, Vincent se lesionaba continuamente. No era capaz de tomarse las cosas con calma. Después reflexionaba, pedía disculpas, renegaba de sí mismo, se tranquilizaba. Simplemente cogía impulso para volver a chocarse de nuevo con su carácter.

Toda aquella fragilidad evidente llevó a su hermano Theo a convertirse en hermano mayor, en sustento tanto emocional como económico. Aquella dependencia hizo que Vincent al menos tuviera un punto de apoyo. Tuvo que rendir cuentas a alguien. Lo hizo con su búsqueda y sobre todo con sus cartas. Seiscientos cincuenta textos en los que Vincent se explica, se describe, se condena, se redime, se redefine una y otra vez.

Pero eso no le estabilizó, la búsqueda constante, la insatisfacción le llevó a su comportamiento obsesivo tanto como a la autodestrucción. Además, estaba la Pintura. El momento para Van Gogh era propicio, su hermano trabajaba en la galería de Arte Goupil en París, en el mismo lugar donde Vincent trabajó años atrás. Al mismo tiempo, los impresionistas abrían el camino a nuevas formas de representación. Todo ello ayudó a que el Arte se moviera por caminos inéditos. Es posible que esto fuera lo que motivó su avance por el ámbito artístico. El hecho de moverse en zonas por descubrir, casi con sentido místico o al menos misterioso, quizá similar al comportamiento religioso que se fundamenta en elementos intangibles. Este camino a ciegas llevo a Vincent a actuar de forma impulsiva, su búsqueda artística sustituyó a su fervor religioso, y le condujo a la locura.

Sus cartas a Theo fueron su tabla de salvación, tantos testimonios autobiográficos nos pueden llevar a imaginar como pudo ser la última…

“Hoy el sol calentará bastante, eso parece. Desde luego no recuerdo ninguna mañana similar en las minas de La Borinage… hace ya más de 10 años de aquello y, cada vez que dibujo alguna figura en mis cuadros, no puedo olvidar a aquellos mineros, sus vidas, sus futuros negros como la piedra arrancada de esas cuevas de gas y carbón. Di la vida por ellos. Me salvó el dibujo. Fuiste tú, Theo, el que me convenció. Salí de allí medio muerto, pero con una convicción: mi destino era la pintura. Una pintura que redimiera al ser humano. Al principio ese era mi objetivo, después me di cuenta de que al que iba a salvar era a mí.

Cartas a Theo, historias de la historia del arte
Los comedores de patatas 1885

Jamás pude agradecerte de forma suficiente todo tu apoyo. Ni tan siquiera devolverte tu dinero, no pude recompensarte.

No voy a volver a cometer los mismos errores que mi orgullo convertido en ira me llevaron a perder trabajos, amistades, mujeres… No Theo, eso se acabó.

Te agradezco que pusieras mi nombre a tu hijo, a pesar de todo. Espero que los almendros florezcan siempre, aunque quizá, debiste ponerle el nombre de nuestro padre. Él sí era un ejemplo de rectitud, un ejemplo de la verdad. Jamás conseguí que estuviera mínimamente orgulloso de mí, desde mi nacimiento. Recuerda Theo que realmente no soy el primogénito, Dios me trajo al mundo para sustituir al verdadero Vincent. Yo jamás estuve a la altura, nuestra madre lo sabía. Por eso estuve solo. Ni nuestros padres, ni las mujeres que busqué, nadie estuvo satisfecho conmigo.

azules y blancos son los colores del cuadro e
Ramas del Almendro en Flor 1890

He luchado Theo, muchísimo, te lo juro. Supongo que Gauguin te lo explicó, supongo que te dijo lo difícil que es convivir conmigo. No le culpo de nada, hay tanta sabiduría en sus palabras, es lógico que se fuera. Los meses en el psiquiátrico de Saint Remy, no fueron por su culpa. Fui yo, de nuevo, el que aniquiló todo lo que había a mi alrededor.

Ahora Theo, estoy tranquilo. El Doctor Gachet dice que debo seguir pintando, que me proporciona la paz necesaria para seguir adelante. Hoy el sol brilla con fuerza, el amarillo lo inunda todo, el viento mece los trigales, creo que hoy realizaré un gran cuadro, sino fuera por esos cuervos negros…”

Los
Trigal con -cuervos 1890

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